Grises como los días de
invierno
sobre la ventana de mi
corazón
una luz tenue,
perenne,
alumbra el camino de
mi vida.
La cuido para que no
se apague.
Sopla el viento con
tanta intensidad,
que cierro la ventana
para protegerla.
El día transcurre
frío, nuboso,
Pero se ilumina mi
corazón.
Porque la lumbre, a
pesar de ser tenue,
sigue alumbrado día tras día,
noche tras noche,
hora tras hora…
iluminando cada
espacio de mi vida.
Diciéndome
que, como ella,
no se necesita ser tan
fuerte
para que el viento la
apague.
Simplemente, posarla
en sitio seguro.
Así
permanecerá, diáfana, viva.
Indicándome
como los faros en la bahía,
que estará a mi
lado mientras pueda protegerla
del mal tiempo y de las inclemencias de la vida.
© 2017 Miriam Jaramillo